Carretas de Guayaquil: nada de lo que presumen

Definitivamente las carretillas de comida rápida están muy sobrevaloradas. Las caracterizan los precios y su modalidad informal: atraen rápidamente a los transeúntes. Pero lo que hay que preguntarse es que sí en realidad representan alguna ventaja sobre otros locales que proveen alimento.

Se presume que lo barato sale caro, pero este tampoco es el caso. De acuerdo a mis últimas visitas, el costo promedio de un plato estos lugares llega a los $3,00. Y como es de dominio público ninguno de ellos cuenta con un adecuado local en donde se pueda asentar su clientela y degustar el producto. He ahí el problema: ¿por qué optar por una carretilla cuando sus precios ya no son más económicos que el de un local? Ya hasta resulta un poco ilógico. Y es que un local de franquicia te ofrece combos económicos que vienen con Hamburguesa, cola y papas fritas. Y sí. Son del mismo valor que lo de las famosas carretas.

Otro aspecto totalmente criticable es la preparación de la comida en estas populares carretillas. No hace falta pasar por alguna prueba de cocina para ser quien prepare hamburguesas, papás fritas o perros calientes. Más bien es cuestión de suerte y ser el escogido por el propietario del puesto. La cuestión es que nadie se inmuta por vigilar el proceso que hay antes de que el usuario pruebe el producto. ¿Se cambia el aceite? Luego de unas 10 o 15 porciones debería ser cambiado. Pero no. Terminamos consumiendo alimentos grasosos: definitivamente su sabor no es nada satisfactorio.

En fin, esperemos que dentro de poco tiempo veamos un cambio. Mi intención no es que las personas no vuelvan a servirse de las carretillas, sino que estas hagan un mínimo esfuerzo por volver a ser esos lugares económicos y accesibles. Además, siempre se puede mejorar. La presentación del establecimiento (cocinero y recipientes) sí que puede mejorar también. Por más informal que sea, un local de comidas debe vender, más allá de sazón, buena higiene en sus productos. (O)